Su verdadera vocación es la “fotografía artística”. Jesús Gutiérrez, aunque no lo parezca, es una buena persona. El problema es que tiene un defecto que convierte su vida cotidiana en un campo minado: es incapaz de controlar su irrefrenable tendencia a meter la pata, decir o hacer lo menos apropiado, y en definitiva exponerse a las situaciones de vergüenza ajena más insoportables.
Aunque no siempre sepa demostrarlo, siente devoción por su novia Nuria, y trabaja como fotógrafo de bodas hasta que llegue su gran oportunidad: exponer sus fotos en una galería.