Bienintencionada, amable, cariñosa e ingenua.
Se maneja como puede en una vida donde las dificultades siempre llaman a su puerta. Quiere a Jesús, su marido, y está siempre dispuesta a perdonarle sus salidas de tono porque, de alguna manera, comparte su misma enfermedad:
el síndrome del perdedor resentido.